Sobaco tal vez sea la palabra decente más horrible de nuestro léxico. El augusto diccionario de la RAE dice que se desconoce su origen. Es posible que se deba a que ningún etimólogo respetable haya investigado la etimología de tan abominable vocablo.
Un amigo de mi juventud, que se creía un tenorio galante, decía que las mujeres no tenían sobacos, que tenían axilas. Eso románticamente es cierto, axila viene del latín axilla, el diminutivo de ala, un origen muy poético y no grotesco como seguramente lo es el de sobaco. De joven también conocí a un tipo, bastante pesado por cierto, que se las daba de filósofo – como siempre andaba con libros esotéricos bajo el brazo, le decíamos que tenía cultura de sobaco.
En inglés axila es armpit, un término muy poco imaginativo y nada romántico.
Por cierto grotesco según la RAE es algo grosero y de mal gusto. Esa palabra nació en Italia en el siglo XVI cuando unos arqueólogos excavando edificios de la era romana encontraron unos murales con figuras cómicamente exageradas y distorsionadas que ellos denominaron grotesca por haberlos descubierto en una grotte que supongo sea lo que en nuestra santa lengua llamamos gruta. La benemérita RAE ha aceptado el adjetivo grutesco que no es lo mismo ni se escribe igual que grotesco, son conceptos diferentes hijos de la misma madre grutal pero grutesco es de uso mínimo, se refiere a grutas en el sentido físico y natural.
Se puede vivir larga y felizmente ignorando la palabra grutesco pero ya tenga axilas o sobacos no debe ignorar la higiene elemental so pena de adquirir un tufo sobacuno que algunos llaman sobaquina y otros dicen catinga pero en todas las latitudes es algo grosero y de mal gusto.
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