Las tres de la tarde para los romanos era la hora nona y para los cubanos es la hora en que mataron a Lola. Tal vez es un cubanismo pero es posible que en otros países lo digan pues el dicho se originó por una canción popular.
Los romanos y los griegos antiguos usaban relojes de sol. Parece que en algún momento llamaron en inglés heliotropes a tales instrumentos pero ya no porque se percataron que en nuestra santa lengua heliotropos son unas plantas originalmente de Perú que tienen unas flores que huelen a vainilla. Los relojes de sol eran una buena idea pero nunca los perfeccionaron para que funcionaran de noche o cuando estaba lloviendo. Por eso inventaron las clepsidras que eran relojes de agua que tenían el problema que en invierno se congelaban y no daban la hora. Por cierto, Arquímedes estaba tratando de inventar una clepsidra de pulsera cuando lo asesinaron. Por suerte ya había descubierto el principio que lleva su nombre. Dicen que el se metió en la tina para darse un baño y se le encendió la vela (no habían bombillos entonces) e inventó el famoso principio. Acto seguido, chorreando agua y desnudo corrió por las calles de Siracusa gritando ¡eureka! Desde entonces los físicos discuten si la tina estaba completamente llena o no. Los lingüistas alegan que no gritó eureka sino heureka que en español sería lo mismo pero parece que en griego no. Otros dicen que no era muy aseado pues si se hubiese bañado a diario hubiera inventado su principio antes.
Yo que reprobé la física varias veces en el bachillerato no me preocupo de tales detalles científicos y solamente me importa haber aprendido que la palabra heureka viene del griego heurein, esto es descubrir, encontrar. De heurein se deriva la palabra heurística que se refiere a inventar, investigar, hallar, etc. La usan también en relación con la inteligencia artificial.
Si en actividades heurísticas inventa algo sensacional no se le ocurra salir a la calle en cueros y gritando eureka pues en vez de pasar a la historia pasaría a la cárcel.